C'est la vie ...

... en rose




cuentito

Cada vez que sentía que su mano se acercaba, ella sabía que era el momento, empezaba tocando su cabello, besaba lentamente su boca, expresaba con la mirada el deseo de poseerla. Ella era débil, nunca dijo que no, le gustaba la cercanía de su cuerpo, su olor, le gustaba tocarlo e imaginar que él era suyo, unidos, conectados en el mismo ambiente y con los mismos anhelos. No quería que el momento terminara jamás, tenerlo hasta el final, amarrarlo a ella, tatuarlo en el alma y que él no pudiera escaparse de ese lugar y ese sentimiento. Sabía que por un instante, estaban juntos, pero también sabía que podría ser el último, que mañana todo se olvidaría, toda la pasión se quedaba arrumbada en el rincón de los recuerdos mientras cada quien por su lado, continuaba con su vida.

Todo era tan incierto, tan frágil, ya no había a que aferrarse, ella de pronto quería huír, olvidarse de todo, de él, de lo que los unía, pasaba tardes enteras convenciéndose de romper el lazo, pero nunca tuvo el valor de hacerlo. Volvía a verlo, volvía a desearlo, volvía a permitirle que la usuara como consuelo de lo que alguna vez tuvo, volvía a olvidar la molestia de que él se vistiera tan pronto terminaba el acto, porque era así como él lo veía, como un acto y ella, se quedaba desconsolada, soñando, repitiéndose a sí misma lo que jamás podría decirle: " eres solo tú lo que yo quiero".

Él sentía cariño, de eso no había duda, confiaba en ella, hasta cierto punto la necesitaba, ¿porqué tenía que ser tan injusto?. Él la quería, pero no como ella deseaba, no la amaba, no la llevaba al lugar donde dos personas saben que solo son ellos, que el mundo se vuelve invisible, que se está completo. Ella nunca estaría completa, tenía que sentarse a observar, verlo desfilar con la otra (la que quizá secretamente sufría lo mismo que ella), verlo siendo de nadie, buscando.

Solo un instante pensó que lo había conseguido, él la vio con otros ojos, la abrazó como si por fin hubiera llegado el momento de vivir el placer de poseerse con el corazón, solo un instante, que pasó, que murió cuando llegó la otra, cuando todo volvió a ser al compás de siempre.

Y así fue como ella poco a poco empezó a desvancerse, a desaparecer en la tristeza de no tenerlo y él, siguió buscando sin encontrar.